jueves, 17 de mayo de 2007

El objetivo: Los Maras

Irán, Etiopia, Camboya, Egipto… y ahora El Salvador. Isabel Muñóz, intrépida fotógrafa busca, y consigue, la denuncia social. Protestar por las desigualdades, hacernos partícipes de este mundo donde conviven la miseria y la riqueza más extrema. 60 imágenes componen esta exposición que pueden visitar hasta el 27 de mayo en La Casa de América.




Admiro a esta fotógrafa porque comparto con ella el gusto por la vida, por enfrentarse a ella, por admirar lo bello sin dejar de ver la cruda realidad, aunque no adorne ni te arranque una sonrisa al verlo. Ella misma, decía en una entrevista, y haciendo alusión a que en su trabajo, e indivisiblemente, a la vida “Me di cuenta cuando llegué a Camboya la primera vez, en 1994, que acababa de salir Pol Pot, e iba buscando la belleza de la danza, de la arquitectura. Y, de repente, me encontré a Gervasio Sánchez, que me llevó a un hospital donde le acababan de cortar la pierna a un niño. En Camboya tienes el cielo y el infierno, pero no lo puedes contar a la vez. Así que primero terminé mi trabajo sobre la belleza y, luego, volví a retratar la otra parte”. Y en esta línea andamos, el cielo y el infierno que son el envoltorio que nos rodea.
Pero hablemos de la exposición. La autora de la exposición, se adentró en el mundo de Las Maras Salvadoreñas a través de culturas africanas, ya que esta siente gran admiración por captar el cuerpo en movimiento, lo explicaba así “las tribus africanas, que, totalmente primitivas, usan su cuerpo como una forma de lenguaje. Entonces empecé a ver información sobre las maras, que son tribus urbanas que, en el siglo XXI, también están usando el cuerpo como un libro. Esto se convirtió en un trabajo sobre la violencia y sobre la dignidad, que es una parte muy importante de mi obra”





Y más allá de causar asombro o las expresiones recurrentes de ‘pobrecillos’… la fotógrafa intenta transmitirnos el porqué, llevarnos a comprender que les lleva a esa vida, sin salida, como si de un círculo cerrado se tratase. Tatuajes, que lejos de ser ‘cool’ se convierten en reflejo de la realidad que les acompaña; historias personales, sus verdaderas ‘marcas’ que les han llevado a ser pandilleros. Cárceles insalubres que se convierten en un verdadero infierno para esas personas, que aún siendo tratados como delincuentes, no podemos olvidar que son seres humanos.
No se pierdan la exposición, les aseguro que no se arrepentirán, es más, no lo olvidarán. A día de hoy, y tras haber visto las imágenes que dedicó en anteriores muestras a las niñas prostituidas de Camota, todavía no he podido borrar de mi memoria; aunque tampoco quiero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha sorprendido encontrar a laguien que admira a esta fotografa como yo.
Has utilizado un buen enganche para llamar a la exposición. Enhorabuena por este artículo!
Maika

kissel dijo...

hola que buen blog tienes, por aqui me voy a pasear...un saludo suerte